Imagen tomada de Villegas Editores |
Pamplona,
Norte de Santander, es una de las cuatro o cinco ciudades en que más veces se
hospedó el Libertador Simón Bolívar, esto debido a su posición geográfica entre Caracas y
Santafé de Bogotá, los dos
polos máximos de la guerra en los tiempos de la independencia, lo cual, la constituía
en paso obligado de las tropas en sus desplazamientos de uno a otro lado de la
frontera. Por esta razón, ya era casi habitual allí la presencia de Bolívar.
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Que
se recuerde, las siguientes fechas señalan con absoluta precisión esas llegadas
o esos tránsitos:
1814, del 12 al 14 de noviembre
1819, del 18 de octubre al 19 de noviembre
1820, del 16 al 18 de febrero
1820, del 6 al 8 de abril
1821, del 17 al 18 de febrero
1821, del 10 al 11 de octubre
1826, del 8 al 10 de diciembre
Es fama, ya
ampliamente confirmada por meticulosas averiguaciones, que en todas esas
oportunidades se alojó el Libertador en la casa llamada de Las Marías, la cual,
al igual que otras hermosas edificaciones, enmarca la tradicional Plaza de
Pamplona. Es casa de abolengo, sin duda, y por su estructura, fachada y amplias
estancias puede rivalizar con las mejores de su tiempo de Bogotá, Tunja,
Popayán, Cartagena, Villa de Leyva, Girón y el Socorro. Su construcción se
confunde con los propios orígenes de la ciudad, si bien no refleja, por su buen
estado de conservación, esa sorprendente antigüedad adquirida a través de los
siglos, pues la ciudad se fundó en 1549 por los españoles
Don Ortún Velásquez de Velasco y Don Pedro de Ursúa. Con el tiempo,
esta construcción pasó a ser propiedad de las distinguidas damas María Mendoza
y su sobrina María Engracia Pérez, por eso se le llamó la Casa de las Marías. Esta casa colonial que circundo la
Plaza Mayor ha sido escenario de numerosos episodios, en que se ha visto
comprometida la suerte de la república o la seguridad y tranquilidad de los
ciudadanos.
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En los años
de la independencia tal condición se acentuó, no sólo porque entre sus muros
halló amable abrigo el Padre de la Patria, sino porque alentó, al propio tiempo,
la imaginación y la inteligencia del héroe, en momentos en que necesitaba de
mayor energía moral para dar feliz término a sus empresas libertadoras. La
circunstancia de hallarse situada casi en la línea divisoria entre Venezuela y
la Nueva Granada, hacía que por fuerza meditara allí el Libertador, en sus
noches de reposo, sobre la suerte de esas dos patrias, que en su corazón sólo
eran una sola. Si iba hacia Venezuela, a sofocar, por ejemplo, la rebelión de
Páez, o si regresaba a la Nueva Granada, urgido por los problemas que
amenazaban la República, es natural que en este alberque de Pamplona su
espíritu alcanzara la máxima combustión. Sin dejar de lado, tampoco, los
devaneos de una licencia amorosa, que su sangre le imponía, o los ademanes
simplemente cortesanos de que hacía siempre gala ante damas y caballeros.
Esta casa fue comprada por el gobierno departamental y
restaurada en 1990 por la fundación para la conservación y restauración del
patrimonio colombiano del banco de la república. En
el año de 1975 fue Declarada Monumento Nacional mediante Decreto 288 de 1975,
por el Gobierno Nacional, y actualmente dicha construcción colonial
donde se hospedó Bolívar las siete veces que pasó por Pamplona, es ahora el
Museo de Arte Moderno Ramírez Villamizar, en este histórico lugar se
puede apreciar la colección de arte más importante del nororiente colombiano, obras
que fueron donadas por los grandes maestros de la plástica nacional e
internacional.
Fuente: Jaime Duarte French.
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