Al cumplir más de un siglo de vigencia, esta composición netamente cucuteña ha logrado trascender fronteras y llevar el sentir de una tierra alrededor del mundo.
Lo interesante de esta magna creación musical es que nació de la inspiración que provoca una mujer y del gusto por el río que recorre la ciudad de extremo a extremo.
Según cuentan los historiadores, un atardecer de junio en el parque Santander se congregaron las gentes, y junto a la estatua de bronce del General, un grandioso músico interpretó junto a su banda una obra que no solo llamó la atención de los presentes, sino que desató euforia y alegría“Esa obra fue estrenada en el parque de Santander, el 10 de junio de 1894. Cuentan quienes estuvieron presentes en dicha retreta que la gente se emocionó de tal manera que cuando él terminó la retreta, los amigos se le acercaron y cuando él se dio cuenta, lo tenían levantado en hombros como levantan al torero que ha acabado de triunfar en la plaza de toros, y se lo llevaron por todas las calles de la ciudad”, contó Rafael Darío Santa Fe, docente e investigador del folclor musical nortesantandereano.
Al sonar de las notas del bambuco ‘Brisas del Pamplonita’, recién estrenado, por el compositor Elías Mauricio Soto, se celebró el éxito rotundo de esta pieza musical que se inmortalizó en el sentir cucuteño.
Por las esquinas, la banda ‘Progreso’ interpretaba una y otra vez las notas plasmadas en el pentagrama e inspiradas en doña Elisa Ramírez Matamoros.
“Don Elías Mauricio compuso muchas obras, pasillos, valses, bambucos, himnos regionales etcétera. Casi todas sus obras fueron escritas para piano, pero de toda su producción sobresalió nacionalmente su bambuco ‘Brisas del Pamplonita’, que fue compuesto con el nombre de ‘Doña Colombia’ dedicada a su esposa”, agregó Santa Fe.
Para ese entonces, el nombre de la canción no era el que todos conocemos ahora. Fue gracias a doña Elisa Ramírez que la designación de la obra tomó otro rumbo, pues fue ella quien le sugirió a su esposo cambiar el nombre y llamarla ‘Brisas del Pamplonita’.
Así se propagó por la ciudad, el departamento y la nación, una melodía que cumple hoy 117 años.
La original composición deja de ser instrumental cuando Roberto Policarpo de Jesús Irwin Vale, compañero de tertulias de Elías M. Soto, compone los versos que fueron considerados como un verdadero acierto.
“El escritor de la obra, el maestro Policarpo era amigo y compañero del compositor, es más, tomaban juntos. Entonces él, despechado por una novia, llegó con la letra del bambuco ‘Brisas del Pamplonita’”, afirmó Eliseo Moreno Contreras, músico y docente.
Lo particular fue que en esta ocasión fue primero la música y luego la letra. Pero su autor (Roberto) poseía un talento artístico y no tuvo dificultad para acomodar la poesía al pentagrama.
Los Tres Bemoles
Acerca del autor de la obra es importante destacar una historia contada por generaciones. Dicen que el trío ‘Los Tres Bemoles’ que venía con un grupo de teatro y ejecutaba música con botellas o vasos, con más o con menos agua para que pudieran dar diferentes tonos, hacían las delicias y aunque parecía un instrumento muy rústico era tan afinado como el más fino piano.
Este grupo se dirigió al público asegurando que daría un premio al que tocara el bambuco ‘Brisas del Pamplonita’ con dichos instrumentos improvisados.
“Entonces un hombre se dirige al escenario, coge las baquetas hace unos pequeños registros y cuando encontró la tonalidad se soltó a tocar. Dejó perplejo al trío de Los Tres Bemoles. Ese era Roberto Irwin Vale”, recordó el Rafael Darío. La obra trasciende
Muchos años después el maestro pamplonés y eximio pianista José Oriol Rangel, sobrino del maestro Rozo Contreras y estudiante del Conservatorio Nacional de Bogotá, para graduarse tenía que presentar una obra a nivel de tesis de grado, y Oriol escogió el bambuco ‘Brisas del Pamplonita’.
Cuando se fue a presentar, el jurado calificador consideró que esa obra no tenía importancia y no le aceptaron a Oriol Rangel dicho bambuco.
“Rangel ni corto ni perezoso los mandó a freír, lo que sabe la gente. Botó la tesis y no se graduó, y ni falta que le hizo porque es el más grande de los colombianos como intérprete de la música vernácula”, contó el docente Rafael Darío Santa Fe.
En su apreciación, el docente investigador considera que eso es para los conocedores de la música, “un dato que debe estimular el estudio de nuestro folclor, de lo que somos capaces. Podemos perfectamente lucirnos como lo hacen varios artistas en el terreno internacional”, agregó. Elías Mauricio Soto, compositor musical
Todo el mundo sabe que esta obra fue escrita por el maestro Elías Mauricio Soto Uribe, nacido en Cúcuta.
Él era casado con doña Elisa Ramírez Matamoros, cucuteña de pura cepa. De esa unión nacieron doce hijos: Rafael, María Antonia, Ana Dolores, Conchita, Sofía, José María, Carlos, Marco Antonio, Carmencita, Pedro Elías, Alfonso, Lorenzo y Manuel Francisco. A todos los formó musicalmente. Pero, la más destacada de todas era Carmencita que fue profesora de la Normal Femenina y a quien le dedicó, él, una obra muy importante.
Don Elías Mauricio fue director de la banda del batallón Tiradores del regimiento Santander de Cúcuta. Fue nombrado director de la Banda de Música del departamento por el Decreto 137 del 7 de octubre de 1918. Además, reemplazó en la dirección de la banda al maestro José Rozo Contreras.
Elías Mauricio Soto Uribe, nació en el Valle de Tonchalá el 22 de septiembre de 1858, en una hacienda cacaotera y falleció en Cúcuta, el 11 de octubre de 1944, a la edad de 86 años. Roberto Irwin Vale, autor de la letra
Su nombre completo es Roberto Policarpo de Jesús Irwin Vale, hijo de Carlos Tomás Irwin y Josefa Joaquina Vale Luengo, ambos venezolanos de Maracaibo, pero él nació en Cúcuta, el 25 de enero de 1866. Hombre de raza irlandesa, descendencia venezolana, pero cucuteño de nacimiento.
Perteneció a la Sociedad Filarmónica de Cúcuta, donde se distinguió como admirable ejecutante de la flauta, además de sus dotes de poeta compositor y militar. Fue compañero de tertulias de don Elías Mauricio Soto y se casó con la pamplonesa, Alcira Hernández.
Irwin Vale peleó en la guerra de Palonegro, luego se dirigió a la costa colombiana y terminó en Villacaro, antes conocida como San Pedro, donde finalmente falleció el 24 de septiembre de 1900, víctima de la fiebre amarilla. La Banda Progreso
Elías M. Soto, primer cornetín; Pedro Moros, segundo cornetín; Marcos Girón y Paulino Ramírez, bombardas; Víctor Merchán, trombón cantante; Julio Fontiveros, primer clarinete; Valentín Lindarte, segundo clarinete; Hernán Cortés, trombón bajo; Saturnino Cortés, primer flautín; Marcos Romero y Alberto Rojas, bajos; Pedro Tobías Vega, clarinete requinto; Simón Parada (El Chato), bombo y Jesús Ramírez, platillos.
Información tomada de El Diario la Opinión de Cucuta |
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